Desde hace algún tiempo mi día a día está siendo una locura. No me quejo de lo que hago y lo hago porque quiero, pero en cualquier caso mi vida al margen de los estudios y el trabajo se ha reducido casi hasta su extinción.
He aprendido varias cosas en las últimas semanas. Ni se te ocurra contar con ese ratito que tienes a la noche para trabajar o hacer nada a menos que sea estrictamente necesario, después de toda la mañana en clase, dos horas en coche y el trabajo por la tarde… a la noche uno ya no funciona. Intentarlo o forzarse es sacrificar los días siguientes, cuando empiezas a arrastrar el cansancio, y vas de culo. Hace falta descansar, o al menos dedicarse un poco a otras cosas, al ocio.
Me he propuesto recuperar un poco todas esas cosas frikis y demás que hacía casi a diario y que ahora he dejado aparcadas. Hace poco tuve una genial idea y llevo un tiempo aprovechando los viajes diarios en coche para ponerme audiolibros. La lectura siempre ha sido una asignatura pendiente, me gusta cuando me pongo pero me cuesta una barbaridad empezar. Ahora no tengo tiempo así que… que me cuenten el libro. Cuesta mucho más de lo que parece encontrar audiolibros (decentes, narrados por una persona y no por Loquendo), no es como buscarse una peli o un disco de música, pero está resultando una experiencia bastante buena. Con libros ya de un tamaño normal tirando a grande la lectura se puede prolongar durante algunas semanas incluso. Ahora mismo he empezado a “leer” El Informe Pelícano, y veo que va a suponer cerca de 17 horas, lo cual son dos semanas escuchándolo en cada desplazamiento que haga. Si lo piensas bien tampoco es tanto. El último que leí es de un autor islandés, Arnaldur Indridason, una novela negra, aunque también se puede catalogar como una denuncia a la violencia doméstica (sus otros dos libros parece que hacen algo similar con otro par de temas delicados). Ha estado bien cómo juega con el tiempo, saltando 70 años una y otra vez para contar dos historias que luego cobran sentido juntas. El autor creó al protagonista, Erlendur, en su primer libro, y lo ha mantenido en los siguientes. Son historias de investigación policíaca, centrándose también en la historia de las víctimas, y tratando al margen la vida personal del propio Erlendur. Más tristón y deprimente de lo que me gustaría, al menos la parte del protagonista, pero el libro ha estado muy bien, y engancha.
Videojuegos… se me acumulan, parece que me tenga que poner una agenda para jugarlos, y poco menos que lo estoy haciendo, o al menos algún recordatorio me pongo, porque si no tengo unos cuantos completamente olvidados. Joyas como el Profesor Layton y el Futuro Perdido, de una saga cuyas dos primeras entregas adoro y que encima trata de viajes en el tiempo, que al igual que a Sonia se me hace la boca agua cuando me ponen delante historias de ese tema. Ya tengo confirmado que hacía muy mal dejándolo pasar porque empecé a jugarlo hace unos días por las noches y está resultando un juego buenísimo en lo poco que llevo, desde luego a la altura de los dos anteriores. Al otro lado del mundo de las videoconsolas, SixaxiS en mano, le dedicamos un ratito cada noche al Lego Harry Potter 1-4, que mejora muchísimo según avanza la historia, y además Mabel quería pasárselo antes de… hoy (casi lo hemos conseguido), que ya sale la continuación.
Vicios, como siempre, tengo demasiados, pero los quiero ir recuperando todos, aunque tenga que planificarlos junto a lo demás en la agenda. Me he metido con Tintín, cuya película se ha convertido en una de mis favoritas, y he aprovechado para conseguir todos los comics y películas de animación que había. Llevo también a cuestas varios juegos del iPhone, alguno del iPad, tengo la librería de Steam hasta arriba de títulos que aún no he ni instalado… sólo tengo un ratito por las noches pero hay que aprovechar :)